“Si las paredes oyesen…” En la casa que es su cuerpo, sí oyen. Esas paredes que lo han oído todo y no han olvidado nada son sus músculos. En el envaramiento, en las crispaciones, en la debilidad y en los dolores de los músculos de la espalda, del cuello, de las piernas, de los brazos, del diafragma, del corazón, y también en los de la cara y en los del sexo, se revela toda su historia individual, desde el nacimiento hasta el día de hoy.
Thérèse Bertherat, EL CUERPO TIENE SUS RAZONES.
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